25, 26, 27, 28, 29. El segundero del viejo reloj de cuco no dejaba de moverse. Escasas semanas atrás tuvieron que volver a darle cuerda y ponerlo en hora pero el viejo cuco no cantaba desde hace años.
Desde que él empezó a enfermar nadie se molestó en cuidar de aquel pequeño pajarillo, dejándolo de lado a él y a su nido que, con el paso del tiempo, empezó a dar mal las horas, entrando de vez en cuando en bucle la manija del segundero. De ahí fue el pájaro quien dejó de cantar, como si supiese que la atmósfera en aquella casa era demasiado triste y que no lograría alegrarla con su pequeño piar.
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